jueves, 6 de enero de 2011

"Reflexiones"


Bueno blogger@s, que tal? Espero que hayáis empezado bien el año! :)



Después de un tiempo sin pasarme por aquí (lo siento, he estado un poco liada estos días), hoy vuelvo con un pequeño relato, que escribí ya hace algún tiempo.

Espero que os guste y que me digáis que os parece y que cosas creéis que se pueden mejorar (sé que habrá unas cuantas, así que no os cortéis).
Os lo dejo:


Tengo el cuerpo entumecido. Todo, entero, desde la punta de los dedos de los pies hasta lo alto de la cabeza. El frío me llega a los huesos y tengo la garganta seca.

Sé que si intentara gritar no me saldría la voz , pero me da igual, ya me he cansado de gritar. Ahora sé que eso sólo me provocará más dolor.
En el tiempo que llevo aquí he aprendido que estar callada y no molestar es mucho más provechoso que rebelarse, que luchar por nada. Además, ya no tengo motivos para gritar.
Cuando entré aquí, la rabia y la impotencia que sentía me ahogaban y no las podía contener. Luché contra el dolor y contra sus palabras, pero siempre ganaba él. Ahora, estos sentimientos ya no están, o si aún los tengo dentro, ya no me impiden respirar.
Me he resignado. Hoy por hoy, lo único que espero es que esto acabe rápido, lo único que deseo es  no volverlo a ver entrar por esta puerta, con esa sonrisa en los labios tan suya, aquella que yo le decía que me gustaba tanto y que ahora me hace temblar. Sé que no es la sonrisa lo que ha cambiado, él sonríe igual que siempre.
No, soy yo la que ha cambiado, o mejor dicho, he cambiado la forma de mirarlo, de entenderlo. Ahora aquel brillo en los ojos que yo había confundido con pasión se ha convertido en locura. Y esa sonrisa que me parecía tan sincero se ha transformado, en mi mente, en la más cruel mueca de maldad.

Por fin lo he entendido todo. Demasiado tarde, me temo.

Sé que no volveré a salir de aquí.

En este lugar, parece que no pase el tiempo, o por otra parte, que pase demasiado deprisa. Ya he desistido en el intento de calcular las horas que he pasado en esta habitación o simplemente saber la hora que es, ya que sin la luz del sol para orientarme, me es imposible.
Es verdad, todavía no he dicho donde estoy. Estoy encerrada en una habitación que debe hacer aproximadamente doce metros cuadrados. Los muebles que la componen son una cama cubierta con una manta, una mesita y una silla, un lavabo con espejo y un inodoro. La habitación es oscura, sólo está iluminada por una bombilla que cuelga del techo y que produce una luz débil, sumiéndolo todo en la penumbra.
No hay ventanas en las paredes. Este hecho al principio me provocaba una sensación muy angustiosa de claustrofobia y de aislamiento, pero he acabado para acostumbrarme. Quizás incluso ha empezado a gustarme. Me siento cómoda en el silencio. Puedo pensar. Hacía mucho tiempo que no podía hacerlo, eso de pensar, al menos no de verdad.
Aquí tengo tiempo de reflexionar, de plantearme las cosas, las decisiones que he tomado a lo largo de mi vida, los caminos que he escogido seguir. También he pensado en él, y en el día que nos conocimos.


Recuerdo que fue una tarde de verano, en Palermo, Italia. Yo estaba de viaje de fin de curso con mis compañeros de instituto e iba a pasarmelo bien. Aquella tarde en concreto estábamos en la playa, era un día muy caluroso y el bochorno era casi insoportable. Yo estaba tomando el sol y de gope alguien me tiró un cubo de agua encima. Cuando se me pasó el susto me levanté sin demasiados miramientos, enfadada, y me tropezé decara con él.

Entonces yo debía tener 16 años y él tenía 25, pero eso no evitó que el corazón me empezara a latir de forma ensordecedora, amenazando con salirme del pecho. 

Después de aquel encuentro en la playa empezamos a hablar y quedamos un par de veces, a lo largo de lo que duró el viaje. Hasta entonces yo nunca había estado enamorada, él fue el primero, y en un principio la historia no terminó muy bien. Yo tenía que volver a Barcelona y él a Alemania.

Lo pasé muy mal durante un tiempo, pero poco a poco fui enterrando aquel nuevo sentimiento bien al fondo, aunque no conseguí hacerlo desaparecer.
Tres año después, por alguna de aquellas extrañas casualidades de la vida, le volví a ver. Siempre había pensado que si nos volvíamos a encontrar no sería capaz de reconocerlo, porque durante aquellos años su recuerdo había empezado a borrar, como las huellas en la arena, que marchan con el viento. Pero en aquel momento no tuve ninguna duda, porque aquellos ojos azules como el cielo por la noche me provocaron la misma sensación que la primera vez que los vi, a seiscientos kilómetros de donde estábamos.
Él había venido a Barcelona para seguir estudiando y pensaba quedarse como mínimo durante todo un año. Poco a poco el sentimiento que había ido enterrando con tanto cuidado, volvió a salir a la superficie, esta vez correspondido.


La cabeza me está empezando a dar vueltas otra vez y el cuerpo no me responde. Sé porque es. Se acerca. Si me fijo bien ya puedo oír las pisadas al fondo del pasillo. Debe traerme la comida. No puedo dejar que vea lo que estoy escribiendo. Lo guardo en el cajón de la mesilla, cuando se vaya seguiré.

Lo ha vuelto a hacer, a vuelto a decirme que me quiere, dice que todo esto lo hace por mi bien, que tengo que aprender a ser fuerte. Esta vez no he llorado, ni he llamado pidiendo ayuda, ni siquiera le he contestado. Me he quedado mirando aquellos ojos oscuros, intentando recordar lo que sentía cuando los miraba, pero sigo viendo el mismo, y sigo no sintiendo nada. 

Quiero encontrarlo pero ya no puedo. Sé que lo he perdido. A veces siento un vacío en el corazón y pienso si nos será que ya no está, en su lugar, si no se habrá desintegrado, y por eso ya no me duele.Cuando me trajo aquí, lo pasé fatal.
Lo sentía todo: angustia, impotencia, rabia, pena, dolor, desesperación, decepción,... Las sensaciones me sobrepasaban, no las podía controlar, me dolían, incluso físicamente.

Pero poco a poco, sin darme cuenta, ese dolor fue pasando, cada vez podía fijarme más en los detalles, comencé a recordar. Mi cuerpo se aisló del dolor y de todas las otras sensaciones y mi mente, se resguardó en sí misma, evitando recordar aquel momento, aquel en el que me di cuenta de que me había quedado sola.
Cierro los ojos, quiero volver a recordar. Me gusta, no me duele. Vuelvo a vivir aquellos momentos en los que éramos felices. Sé que no son más que recuerdos, una sombra de lo que fueron, pero me sirven, me consuelan, me hacen volver a sentir, me recuerdan que todavía estoy viva.


Fue pasando el tiempo y cada día lo quería más. Él lo era todo para mí. Se había convertido en mi vida. Estar con él era lo único que necesitaba para seguir adelante.
Me gustaba que viniera a recogerme a la universidad, que cada día me llevara a un lugar diferente, ir juntos a ver la puesta de sol en la playa, o subir allá arriba del cerro por la noche, a ver juntos las estrellas.

Recuerdo un día en especial. Me vino a buscar antes de que acabaran las clases y me dijo que me llevaría a un lugar especial pero que era una sorpresa, y me tapó los ojos. Cuando los abrí me encontré en medio de un prado. Estaba lleno de flores de colores y el césped era verde como las hojas en primavera. El sol brillaba en lo alto del cielo, luminando todo el paisaje que mis ojos podían alcanzar a ver. Nos estiramos en la hierba, uno al lado del otro. Él se durmió.
Recuerdo estar mirándolo durante un rato, no sé si largo o corto, fijándome sólo en él. Tenía la piel morena, consecuencia de las tardes de verano en la playa, tumbados en la arena o paseando a orillas del mar, con la espuma de las olas que rompían un poco más allá mojándonos los tobillos. Tenía los ojos cerrados y las cejas claras relajadas. El pelo rubio que brillaba con el sol, despeinado por el viento, le bordeaba la
cara y los labios un poco entreabiertos le daban el aspecto de un niño pequeño, exhausto de pasar horas corriendo y jugando bajo el sol. Llevaba una camisa blanca con algunos botones desabrochados y unos pantalones vaqueros desgastados. Se había quitado los zapatos. Un rato después abrió los ojos. Al mirarlos, fue como levantar la vista arriba y ver el cielo. Y mientras estábamos así, observando el uno al otro, me acarició la cara y me dijo:
-Te quiero, princesa.


Los recuerdos empiezan a desvanecerse. Se me cierran los ojos. Estoy perdida entre la conciencia y la inconsciencia, en ese lugar donde las cosas son demasiado reales para ser sueños pero que a la vez, no son suficientemente sólidas como para ser reales. Estoy cansada, lo dejo por hoy.

Me ha despertado un ruido ensordecedor. Provenía de aquí cerca, estoy segura. Tengo un mal presentimiento. Algo ha cambiado, lo noto. Pero ahora eso no me importa. Tengo que seguir, porque lo quiero hacer. Quiero recordar lo que me da tanto miedo recordar. Ese momento, esa mirada. Lo necesito, para poder estar tranquila por fin. Porque es mi manera de enfrentarme a él. 

Siento que si consigo vivir con ese recuerdo le habré ganado, ya no me podrá hacer más daño. Estaré bien conmigo misma. 

Por eso me enfrentaré a mis miedos. Volveré a vivir ese día.


Vino a buscarme antes de que terminaran las clases, con una sonrisa dibujado en los labios. Me dijo que me llevaría a un lugar muy especial y me tapó los ojos.
Durante todo el viaje estuve recordando aquella vez, tan similar a ésta, que me llevó al prado y imaginé un montón de veces el maravilloso lugar al que me llevaría esta vez. 

El lugar donde me llevó era realmente especial. Se sentía un olor casi insoportable a humedad y en el aire se respiraba algo más que oxígeno, miedo. Se escuchaban gritos y también algunos gemidos, de aquellas que ya no tenían fuerzas para gritar. Cuando por fin me quitó la venda de los ojos me dio la sensación de que no podía ver y me giré en todas direcciones buscándolo, asustada. Ahora habría preferido seguir atrapada en la oscuridad que ver lo que vi cuando mis ojos se fueron acostumbrando a la falta de luz. Su rostro demacrado, los ojos consumidos por la locura, que me observaban. Aquellos ojos que me habían mirado tantas veces con falsa ternura, aquellos en los que me había perdido horas y horas y en los que había pensado tantas y tantas veces en estos últimos tres años.

Fue entonces cuando me di cuenta de que me había fallado, traicionado.
Me había engañado. Todos aquellos años juntos no fueron más que una mentira, una tras otra. Me hizo feliz, me hizo quererlo, todo para que después la caída fuera más lenta, más dolorosa. Él se rió y mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no de pena, de rabia e impotencia por ser como era, por haberme dejado engañar, por haber sido tan tonta durante todo este tiempo, demasiado tiempo. Me lancé encima suyo y empecé a gritar y a golpearle con todas mis fuerzas. Él se defendió  pero yo seguí arañándole, pegándole, intentando destrozarle como él me había destrozado a mi por dentro… hasta que un golpe en la nuca me hizo perder el conocimiento. Mientras se me cerraban los ojos y se me nublaba la vista conseguí entrever un montón de puertas con un nombre cada una: Ana, Silvia... y finalmente, la mía. Volví a mirarlo con las pocas fuerzas que me quedaban y me dijo, acompañando las palabras de la risa más cruel que me hubiera podido imaginar:

-Bienvenida a palacio, princesa.

Esto fue lo último que oí antes de desmayarme y luego, volver a despertar en esta habitación.


Por fin lo he hecho. Se acabó. He ganado.



Ahora que se acerca el final he pensado en mis sentimientos, en el que siento por él, porque he descubierto que después de todo todavía siento.
Me gustaría poder decir que le odio, porque me ha hecho daño en todos los sentidos que se puede herir a una persona, pero no es así. No le tengo rencor, porque al final tenía razón. Aquí me he hecho fuerte, por primera vez en mi vida he luchado por algo, y he ganado, y aunque parezca una ironía ha sido gracias a él.
También me he preguntado por el contrario si le amo, después de todo lo que ha pasado. No sé qué contestar, en este caso sólo me viene a la cabeza una frase que leí ahora no sé dónde:

<<Cuando un sueño supera con creces todas tus expectativas, no es razonable lamentarse de su conclusión.>>

Alguien se acerca. Siento los pasos que resuenan por los pasillos. Sé que es él. Pero esta vez es diferente. Todo ha cambiado. Sé que ya ha llegado, que ya es la hora. Sé lo que me espera. He visto lo que ha hecho con las otras, pero no tengo miedo, porque esta vez he ganado yo, es él el que ha perdido esta vez. Sé que en el momento que salga por esta puerta no volveré a entrar en esta habitación, que me ha acabado resultando tan familiar.
Aquí termina este escrito entonces. Cuando termine de escribir lo esconderé detrás del espejo, espero que dentro de un tiempo alguien lo encuentre y que le sirva de ayuda. Sé que estas líneas no van a cambiar mi suerte, pero me han ayudado a poder estar bien conmigo misma ahora que se acerca el final.
En todo caso, dejo también escondidas hojas de papel y el bolígrafo con el que estoy escribiendo.


Sé que no seré la última. 

Bueno blogger@s, ya me diréis que os ha parecido! :)
Un saludo a todo@s! Y muchas GRACIAS por pasaros! 

viernes, 24 de diciembre de 2010

¡Feliz Navidad!

Os deseamos desde "Dormida en los Laureles".

Que paséis unas Navidades llenas de magia y amor con los vuestros, y disfrutéis de la compañía de aquellos a los que solo vemos en ocasiones especiales.

FELIZ NAVIDAD A TODOS!

PD: Espero que os tráigan MUUUUUUUUUUUCHOS regalos o, si más no, que los disfrutéis :)


Aprovecho para dar gracias también a aquellos que visitan el blog, porque me ilusionan a seguir adelante y a creer que ésto es más de lo que probablemente es.
GRACIAS.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Concurso +70 "Mientras Lees"

Hola a tod@s!
Hoy vuelvo con con un concurso del Blog "Minetras Lees" que ha organizado un sorteo con motivo del aniversario de la página. 
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Las pautas para participar son muy sencillas: consisten en un e-mail con tus datos y en contestar un cuestionario.
Creedme cuando digo que merece la pena el esfuerzo, porque os podéis llevar una cantidad de libros impresionante a casa!
Así que ya sabéis, participad y si tenéis suerte, este año por Navidades os visitará alguien más que Santa y los Reyes Magos :)

Un saludo a tod@s y mi enhorabuena a los adiministradores de "Mientras Lees". :)

Os dejo el link del concurso: 

martes, 21 de diciembre de 2010

Lo que será recordado como el comienzo.

Es curioso que sea un simple sorteo el empujoncito decisivo que me decida a finalmente empezar con este proyecto de blog.

Un sito donde compartir lo que pienso, a partir de una base de mí, un poco de aquí y algo de allí, es lo que pretendo que éste nuevo proyecto represente y espero tener la suficiente inspiración (y probablemente tiempo) para continuar en ello.

Por tanto, con un saludo a todo aquel que pase por aquí y con mis mejores deseos para las administradoras de "Perdidas Entre Páginas"os dejo el link del sorteo,con motivo del primer aniversario del blog, para que también vosotr@s tengáis la oportunidad de participar y (si tenéis suerte) de ampliar un poco más vuestra biblioteca. :)